24 abr 2015

Ahora un poema de esos que uno se encuentra y que escribió el papá de un amigo. Un poema premonicioso, de esos cargados de vida y muerte, de los que me hacen poner la piel de gallina, de los que pesan cuando aterriza la rabia, de los que duelen cuando habita la nostalgia. Un poema que vibra cada 24 de abril, vibra y danza para que la impunidad tiemble, para que la memoria no nos falle. Ahora un poema de Julio Daniel Chaparro. 


Si una noche cualquiera me encuentran muerto en una calle
Si una noche cualquiera me encuentran muerto en una calle
y ven mi boca repleta de insectos rabiosos
trabajando en mi lengua
no me sufran:
habrá sucedido que caí antes de escuchar el balbuceo
/de mi hijo
hecho una lluvia de madres desnudas sobre mi corazón
con sus manos alzadas como nubes.

piensen en mí y recuérdenme cantando
o recuerden mis pasos detenidos junto al piano
cuando hablaba de mi madre
bella y triste como un árbol
como una huella de pájaros.

si sienten mi hedor una mañana
y deben evitarlo huyendo de mi carne
con las manos acariciando el rincón de sus caras
sepan que lo entiendo
e imagínenme en los días felices de mi cuerpo sólo playa
y no sientan mi podredumbre como aviso de los dioses
y no vean en el pétalo fucsia de mi sangre
la reinvención de un cielo de gaviotas o del llanto.
amigos, mis amigos
si me ven muerto a la entrada de una calle
seguramente vestido de azul hasta en las uñas
y sonriendo acaso revestido de cenizas como un ángel
piensen que he vivido
recuerden la joven figura ebria de los patios
mis veintitrés años que levanté danzando
mi público sueño de eco de agua que se pierde
y no me lloren, no me giman siquiera:
pienso que detendrán el sol que tendré entonces
en mitad del pecho
persistiendo tercamente en la última calle de esa tarde
sobre la tierra.
Julio Daniel Chaparro Hurtado

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